
A los 56 años de edad, espera su regreso con ilusión y sobre todo con ansiedad. Con el mal trago ya superado «por suerte y gracias a Dios», como expresó a DIARIO DE CUYO, el artista decidió hablar de cómo transitó la enfermedad y de qué manera enfrentó los meses en los que tuvo que aislarse «más de la cuenta». «Fueron días complicados, debieron bajarme las defensas para que actuara la quimioterapia», evocó quien, en pleno proceso de sanación también afrontó la angustiante noticia que su mamá Matilda tenía que ser operada por un cáncer de colon, cirugía que afortunadamente fue exitosa.
«Hice como el águila vieja que se va a la colina y se trepa a lo más alto. Cuando su pico se ha doblado, ya no puede comer y tampoco agarrar las presas, se desprende de sus alas y de sus garras y espera 150 días para renacer. Yo tuve casi 2 años de recuperación y después me agarró la pandemia», manifestó en referencia a su período de rehabilitación el hacedor, que fue parte del conjunto folclórico Los Solistas de San Juan con el que editó un material discográfico, integró el grupo vocal Los Indianos con el que giró por Paraguay y grabó un álbum de música argentina. Además, escribió durante 3 años los guiones para la actuación de la delegación local en el Festival Nacional de Cosquín. El primero fue Relatos del Poncho Sanjuanino con la participación del ballet Agrupación San Juan, el solista Diego Villegas y el grupo La Nueva Vertiente (2011), el segundo fue El vino: bebida nacional ideado junto a Poncho Cortez para la estampa que presentó la provincia recreada por Los solistas de San Juan, Los hermanos Canto y unas 17 parejas dirigidas por Marisel Illánes y Javier Farías (2012), y finalmente Arriero de esperanzas (2015), con un elenco integrado por el actor Guillermo Kuchen, el cantante Gustavo Troncozo y el grupo Agua Clara, músicos y bailarines.
En la actualidad vive con su madre y su hermana Natalia en la capital provincial. Además es padre de Candela (de 22) y Julián (19). Y, aunque ninguno de los 2 heredó su pasión por la música, Vega aseveró que ellos siempre colaboran en sus propuestas.
«Mi hija se dedicó a la danza y ahora estudia kinesiología; y mi hijo estudia educación física pero me acompañan siempre y este sábado estarán detrás del telón», dice complacido el jachallero que nunca dejó de retornar a su lugar de origen, en el que pasó su infancia, estudió y descubrió su amor por la música.
«¿Si extraño? Siempre el pago tira, es como dejar un monolito al que se quiere ir a rezar. Cuando me enfermé no quise volver, tenía tristeza porque no quería que mi gente me viera así, adelgacé muchísimo, era otra persona. Estuve mucho tiempo lejos, hasta que no pude más y volví», relató el creador que emigró del departamento del norte cuando tenía 18 años.
Pero no sólo eso. Una vez que volvió a sentirse fuerte y entero, Kuky fue por más, con el deseo siempre latente de reencontrarse con el público, para lo cual educó su voz «desde cero».
«Tuve que aprender a volver a respirar. El tumor presionó, no afectó la faringe ni tomó las cuerdas vocales, sino que presionó la zona maxilar lo que implicó que durante más de un año no pudiera abrir la boca, no pudiera modular para hablar bien o comer si no era todo licuado. Esto me obligó a ejercitar los músculos de la cara y a reaprender, a través de ejercicios, a comer, a hablar y a cantar. Será como mi primera vez», aclaró el autor, desde hace unos meses en pareja con la actriz local Flavia Domínguez.
«Renuncié a todo por el diagnóstico pero a la música no pude, es más fuerte. Y este espectáculo que tomará vuelo será algo de lo que escribí cuando estuve encerrado e incluye hasta un bloque circense», manifestó, deseoso de hacer realidad el sueño de volver a pisar las tablas, con «una mezcla de sensaciones», describió.
«Y un día volví… porque la vida es hoy», sentenció Kuky. Aunque no son de su pluma, son frases que tomó como propias para dar batalla a los crudos instantes que padeció y con las cuales hoy agradece estar nuevamente de pie. «¿Quién dijo que todo está perdido?», tarareó el artista demostrando que la esperanza todo lo puede.
Diaro Cuyo
Imagen; Cortesía Diario Cuyo