Uno de cada cinco trabajadores argentinos es pobre: publican los empresarios en el día de Lealtad Peronista


Cada 17 de octubre en el país se conmemora el día de Lealtad Peronista, aunque en las efemérides también aparece el día “Internacional para la Erradicación de la Pobreza”. Valorando este último detalle, la fecha poner en evidencia un dato incómodo: en Argentina, uno de cada cinco trabajadores es pobre.

Según los últimos datos oficiales que rescatan Laura Caullo y Federico Belich del equipo económico de la Fundación Mediterránea, el 21,6% de los ocupados no logra superar la línea de pobreza. En términos absolutos, eso equivale a unos 4,5 millones de personas sobre un total de 21 millones de trabajadores. Tener empleo, en muchos casos, ya no alcanza para garantizar un nivel de vida digno.

La pobreza refleja, en buena medida, la fragilidad del mercado laboral. Entre los desocupados, la incidencia trepa al 58,9%, lo que muestra el impacto directo de la falta de empleo sobre la vulnerabilidad social. Pero el dato más preocupante es otro: tener trabajo ya no exime de la pobreza, especialmente cuando se trata de ocupaciones informales o de baja productividad.

Entre los inactivos (quienes no trabajan ni buscan hacerlo, por edad, estudio o desaliento), la pobreza alcanza al 35,2%. Dentro de este grupo conviven dos realidades: los adultos mayores, amparados por un sistema previsional con alta cobertura, y los niños y adolescentes, el segmento más afectado, con una incidencia del 45,4% entre los menores de 14 años. La Asignación Universal por Hijo (AUH) llega hoy a más de 4 millones de chicos, lo que ayuda a contener la indigencia, aunque no siempre logra sacar a sus hogares de la pobreza.

El eje del problema no pasa solo por tener empleo, sino por la calidad del empleo. Entre los trabajadores independientes no registrados, el 40,5% son pobres; entre los asalariados informales, el 37,5%. En contraste, los independientes registrados (monotributistas o autónomos) presentan una tasa de pobreza del 12,3%, y los asalariados formales del 9,7%. Incluso dentro del empleo formal persisten sectores de bajos salarios, como el servicio doméstico, donde la vulnerabilidad sigue siendo alta.

La desigualdad también tiene mapa

la pobreza laboral se concentra en ramas de baja productividad y en provincias donde más de la mitad del empleo es informal, como Tucumán (58%), San Juan (57%), Salta (52%), Santiago del Estero (52%) y Formosa (52%). Esta heterogeneidad explica por qué la recuperación económica reciente no se tradujo en mejoras homogéneas del bienestar.

El desafío es repensar el vínculo entre crecimiento, empleo y pobreza. Argentina necesita generar más puestos de trabajo, pero sobre todo, empleos formales y productivos. La creación de empleo precario puede mejorar las estadísticas de ocupación, pero no resuelve el problema estructural de los ingresos laborales insuficientes.

En este contexto, las políticas activas de empleo, la formación técnica y la transición hacia la formalidad adquieren un rol clave. Invertir en capacidades y promover la contratación formal no solo mejora los ingresos, sino que reduce las brechas de vulnerabilidad. La articulación con el sector privado es fundamental para impulsar empleos de mayor valor agregado.

Erradicar la pobreza exige mucho más que asistencia social: requiere una estrategia sostenida para expandir el empleo formal, elevar la productividad y fortalecer las capacidades laborales. Un mercado laboral más dinámico no solo mejora los indicadores sociales, sino que también refuerza la estabilidad y la capacidad de crecimiento del país.

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