Julio Flores tiene 68 años y desde hace 52 trabaja en la Terminal de Ómnibus de San Juan. Con dos carritos desde los que vende sánguches, semitas y café, se ha convertido en una figura habitual del lugar. Comenzó a trabajar a los 14 años y, desde entonces, se ha mantenido en actividad de forma ininterrumpida.
Su primer trabajo fue como lustrabotas. Con lo que ganaba, compraba pastillas de eucalipto para revender, y con el tiempo amplió su oferta de productos. Comenzó a vender en la antigua terminal, ubicada en General Acha y Mendoza, y se trasladó a la actual cuando fue inaugurada en diciembre de 1973.
Según cuenta, en aquellos primeros años eran apenas tres los vendedores que iniciaron actividades en el nuevo edificio. Con el paso del tiempo, Flores fue modificando lo que ofrecía y hoy es uno de los comerciantes más reconocidos entre los pasajeros, choferes y empleados de la terminal.
Su trabajo le permitió sostener a su familia, compuesta por su esposa y cinco hijos, algunos de los cuales también se dedican al comercio. Actualmente, trabaja jueves, viernes, sábados y domingos, aunque sus jornadas siguen siendo extensas.
Sobre su vínculo con la terminal, Flores asegura que ha sido parte activa en su mantenimiento, especialmente en los primeros años, cuando colaboraban con tareas de limpieza. También se refirió a la situación de otros vendedores que fueron desalojados de espacios públicos en la capital sanjuanina. “Si me quieren sacar, tendrán que darme una solución. No tengo miedo”, afirmó.