“Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Un dirigente de peso del PRO recurrió a la célebre frase del escritor Oscar Wilde para reflexionar sobre lo que sucedió en la conferencia de prensa que brindó Mauricio Macri el lunes, tras la contundente derrota electoral. La intención de los estrategas del Gobierno era que el mensaje del Presidente fuera distinto, en tono y contenido, que sirviera para aportar calma ante tanta turbulencia y sirviera para relanzar la campaña: “Parecido al de María Eugenia (Vidal)”, ejemplificó uno de ellos.
Los cuestionamientos al mensaje presidencial fue uno de los ejes de la cena que encabezó Macri en la Quinta de Olivos. Se congregaron allí la vicepresidenta Gabriela Michetti, el jefe de Gabinete, Marcos Peña; y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; por el Gobierno; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; y el vocero de Macri, Iván Pavlovsky.
Todos, cada uno con su estilo, se animaron a criticar al Presidente. Acaso por primera vez, en la mesa nadie especuló en función de lo que decía el resto. “Fue una charla cruda, sincera. Y Mauricio se mostró receptivo. Sabe que estuvo mal”, fue el balance que hizo uno de los comensales ante Clarín.
“Le salió el ingeniero. Habló desde la razón, quiso dejar claro que el mercado reaccionó así por la desconfianza que le tiene a Alberto, pero tal vez era momento de hablar desde la emoción. Nunca más puede ocurrir lo de ayer”, reforzó otro.
Según pudo saber Clarín, Macri no se apegó a la línea que trazó el equipo de discurso, a cargo de Julieta Herrero. “Es muy humano lo que le pasó. Fueron 24 horas de terror”, lo justificaron al mandatario en Casa Rosada.
Entre tallarines, la cúpula PRO repasó lo que sucedió en la primera jornada post PASO. Y se evaluaron las alternativas para superar la crisis. Macri se mostró expectante de las medidas que prepara el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne (se anunciarán esta semana) para seducir a la clase media; y en el poder de fuego que Guido Sandleris garantizó tener en el Banco Central para controlar el dólar.
Pero al mismo tiempo se evaluaron los pasos a seguir en términos políticos: los contactos con los candidatos a presidente de la oposición y, en especial, el llamado que todavía no se concretó con Alberto Fernández. En el Gobierno dicen que Macri lo llamó, pero que no recibió respuesta, algo que desde el entorno del candidato del Frente de Todos se encargaron de desmentirlo. “No llamó nadie”, repitieron.
Al jefe de Estado le sugirieron convocar a una reunión a Alberto Fernández, como un gesto hacia los mercados, pero por el momento rechazó esa idea. Si bien fue antes de que en Olivos se enteraran que Alberto F. dijo en el programa Corea del Centro estar dispuesto a reunirse (“Si el Presidente me quiere escuchar, voy y le cuento lo que hay que hacer“), por el momento no hubo un cambio de planes.
En la cena no se habló de cambios en el Gabinete, porque el propio Macri se había encargado de descartarlos en la improvisada reunión de equipo en la noche del búnker, cuando Frigerio le dijo que tenía a disposición su renuncia.
Pero sí se empezó a diagramar el camino rumbo a octubre. En ese sentido, hubo coincidencia con el mensaje del titular del Sistema Federal de Medios Públicos, Hernán Lombardi; que había circulado bien temprano en los chats de los funcionarios y que, como contó Clarín, hizo cambiar la estrategia del Gobierno, que dejó de hablar de un resultado “irremontable” y decidió hablar de que la elección “definitiva” será en octubre. La difusión de ese chat no le cayó bien a todos: casualidad o no, este martes a la mañana se los vio charlar intensamente a Lombardi y el jefe de asesores presidencial -y amigo personal de Macri-, José Torello en el Salón de los Bustos.
Cerca de ambos dicen que no se trató de una discusión (“Hablaron de lo que viene, fue una charla positiva. Ellos coinciden en ese mensaje”), pero hay quienes señalan que hubo cuestionamientos por la filtración de un chat que se difundió en varios grupos macristas. Con los granaderos sólo de testigos, imposible saberlo. Pero luego de esa charla, Torello se metió en el auto en el que lo aguardaba el Presidente: en ese momento, se bajaron todos del vehículo y quedaron hablando a solas.
Con todo, asumida que la disputa por la reelección de Macri se corre desde muy atrás (“Estamos 75-25%”, concedió una espada macrista), la principal prioridad del PRO, aunque nadie se va a encargar de blanquearlo públicamente para no mostrar debilidad, es lograr retener la Ciudad. “Una cosa es ser oposición teniendo la jefatura de Gobierno y otra es no tener nada”, es el análisis que hacen puertas adentro. Se refieren, sin hacerlo, al futuro político de Juntos por el Cambio, pero también a algo más: el vínculo con la Justicia, los empresarios y los medios de comunicación.
Así, a sabiendas de que Macri traccionó hacia abajo la boleta, Larreta tendrá vía libre para hacer lo necesario para intentar sostener el resultado en octubre y no correr riesgos en el balotaje, algo que ya parece una fija y cuyo desenlace nadie se anima a garantizar.
Por otro lado, Macri está dispuesto a dar más señales políticas: dicen quienes lo escucharon en las últimas horas que está podría plantear un Gobierno más abierto en su construcción, lo que siempre le reclamó el Círculo Rojo y que amagó con hacer cuando convocó a Miguel Pichetto como vicepresidente, pero que terminó diluyéndose cuando empujó a la puerta de salida al titular de la Cámara de Diputados, Emlio Monzó.
“Veo un Gobierno más abierto, más horizontal en la toma de decisiones”, expuso uno de los presentes en la cena. La mayoría admite que ya es demasiado tarde.
Fuente: Clarín