Leyenda e Historia de Santa Bárbara

“Ay, gloriosa Santa Bárbara, ten compasión de nosotros: danos agua sin la piedra...”

Nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, a principios del siglo III. ​ Era hija de un sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en un castillo para evitar que se casara tan joven y para evitar el proselitismo cristiano. Durante su encarcelamiento tenía maestros que le enseñaban poesía y filosofía, entre otros temas. Por esto mismo, y porque su padre estaba ausente, Bárbara se convirtió al cristianismo y mandó un mensaje a Orígenes, considerado un erudito de la iglesia cristiana, para que fuera a educarla en esta fe. Después de ser bautizada, mandó construir una tercera ventana en su habitación, simbolizando así la Santísima Trinidad. Cuando su padre fue a verla, se declaró cristiana y se opuso al matrimonio que este le proponía diciendo que elegía a Cristo como su esposo. Entonces su padre se enfadó y quiso matarla en honor a sus dioses paganos. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, fue capturada.

Su martirio fue el mismo que el de san Vicente: fue atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos cortantes de cerámica y quemada con hierros candentes. Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al tribunal, donde el juez dictó la pena capital por decapitación. Su mismo padre fue quien la decapitó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.

El padre carmelita Claudio de San José narra, en un manuscrito de la Orden Carmelita, que el sepulcro de santa Bárbara fue venerado por fieles que reportaban curaciones milagrosas. Su fama era muy reconocida en el siglo VIII y algunos empezaron a llevarse las reliquias hasta que fueron trasladadas a Constantinopla y después a Venecia. ​

Su culto fue confirmado por san Pío V en 1568 y se convirtió en uno de los catorce santos auxiliadores del Santoral.

Su festividad se celebra el 4 de diciembre. Esta es la patrona de los mineros.

Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo y, especialmente, de los militares que pertenecen al arma de artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países árabes. En las cuencas mineras asturianas y leonesas le dedican un himno llamado Santa Bárbara bendita, por ser patrona de los mineros. También es la patrona de los electricistas, feriantes y fundidores. Es clásico su patronazgo de los canteros; por ello en alguna iconografía aparece su figura junto a bloques de piedra.

Hace muchos siglos, la Iglesia Católica nombró a Santa Bárbara Santa protectora contra rayos y tormentas. Como tal se le rendía un culto especial, con rituales que adquirían modalidades particulares en cada nación, en cada región e incluso en cada lugar. Esta era la invocación más generalizada en Cantabria, aunque había otras tan originales como la que sigue, plegaria con la que expresamente se solicitaba la ausencia de granizo, para proteger la cosecha de maíz:

“Ay, gloriosa Santa Bárbara, ten compasión de nosotros: danos agua sin la piedra…”

Cristian “Pin” Esquivel

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