El torneo llevaba el nombre de “Trofeo Amateur Todo Terreno” y supo ser la competencia más importante de la Argentina en esa categoría. En mayo de 2003, treinta equipos de todo el país se dieron cita en Calingasta para la cuarta edición del campeonato, en una travesía única por el imponente cordón de las Sierras del Tontal.
No era una carrera de velocidad. Se trataba de una competencia de tiempo y destreza que consistía en recorrer una cierta cantidad de puntos previamente marcados por la organización. Una verdadera aventura que ponía a prueba las marcas de vehículos 4×4 y las habilidades de los pilotos en un terreno inhóspito y peligroso, a más de 4.200 metros de altura sobre el nivel del mar, con la sola ayuda de un equipo satelital que los guiaba mediante coordenadas. Las potentes máquinas resultaban una tentación para algunos conductores, que subestimaron el peligroso recorrido y la mañana del sábado 3 de mayo de 2003 emprendieron un viaje que se transformó en una tragedia para dos cordobeses.
Uno de los puntos más difíciles era llegar al punto 11, en la zona conocida como El Peñaquisto, parte del cordón montañoso situado a 30 kilómetros al este del poblado de Barreal. Nueve equipos habían tenido dificultades en el ascenso; cinco de los rodados se quedaron varados. Entre ellos, el sanjuanino Guillermo Nesman, quien, junto a su compañero, debió abandonar su Jeep Wrangler y caminar 7 horas hasta que llegaron a un puesto en el Parque Nacional El Leoncito a pedir ayuda.
igual.jpg
Los cordobeses piloteaban un vehículo como este, un Dahiatsu Rocky.
Pero mientras caía la tarde, los pilotos arribaban uno a uno con sus vehículos a la última posta para dar por concluida esa primera etapa. Lo que extrañó fue que se hizo de noche y el equipo Rocky, conformado por Raúl Alcázar, de 40 años, y Guillermo Hintermeister, de 30, no regresaba. Ahí se encendieron las alarmas. La primera suposición era que su auto utilitario 4×4 Daihatsu modelo Rocky había quedado varado, pero tampoco tenían comunicación por su equipo de radio.
Sus amigos y los organizadores pensaron que posiblemente no contaban con señal, pero reinaba la tranquilidad. Sabían que eran hombres relativamente jóvenes, estaban abrigados y llevaban algo de provisiones como para pasar la noche, aunque el frío generaba preocupación.
La incertidumbre continuó en la mañana siguiente. Fue entonces que los miembros de X Pirience Producciones —los organizadores— dieron aviso del extravío de los dos pilotos cordobeses a los policías de la Comisaría 33ra y a los efectivos del Escuadrón 26 de Gendarmería Nacional. Al mediodía del domingo 4 de mayo se activó el operativo de búsqueda con un grupo de uniformados, baqueanos, otros pilotos de la competencia y hasta el helicóptero de la Gobernación de San Juan para tratar de localizar a Alcázar, Hintermeister y su vehículo.
Jeep.jpg

La Jeep Wrangler del sanjuanino Guillermo Nesman también se quedó atascado en la montaña. Foto publicada en Diario de Cuyo.
Esa jornada fue agotadora y frustrante porque no tuvieron rastros de los conductores, aunque a la noche surgió una versión que generó mucha esperanza. Un jefe de Gendarmería informó a la Policía que recibió una comunicación de un empleado de la sede de Energía de San Juan en Calingasta y que éste decía que los pilotos cordobeses se habían contactado en clave morse para afirmar que estaban bien. Nunca se aclaró de dónde salieron esas versiones, pero fue apenas un rumor y después se confirmó que era mentira. Sencillamente porque los dos hombres perdidos no tenían forma de enviar mensajes en clave morse y sus equipos de radio no daban señales.
El lunes 5 de mayo se redobló el operativo y se sumó un helicóptero de la provincia de Córdoba para sobrevolar el cordón de las Sierras del Tontal, mientras que otros grupos rastrillaban por tierra. La angustia crecía y hasta habían llegado familiares de Alcázar y Hintermeister desde la ciudad cordobesa de Villa María, de donde eran oriundos.
Ese día, exactamente a las 11:36, se escuchó la voz del piloto del helicóptero de San Juan en la radio del campamento de los rescatistas. Con tono muy serio daba aviso de que acababa de divisar al Daihatsu destrozado en una pendiente de aproximadamente 1.200 metros y a 250 metros de una cima. También informaba que había un cadáver a la vista, tendido sobre las piedras.
vehículo.jpg

El Dahiatsu totalmente destrozado. Los peritos de la policía y los gendarmes retiraron uno de los cadáveres del interior del vehículo. La foto fue captada por el reconocido y recordado fotógrafo Rodolfo Barrios de Diario de Cuyo.
Confirmaba la noticia que nadie quería escuchar. El optimismo que hasta ese momento se mantenía se esfumó en un rápido silencio y el llanto de los parientes de los dos pilotos cordobeses. Los otros corredores partieron ese lunes y no faltaron los reproches a los organizadores. Y es que, aparentemente, no habían previsto un equipo de contingencias en caso de accidentes; ni siquiera habían comunicado a la Policía de Calingasta y al escuadrón de Gendarmería Nacional sobre la realización de esta competencia tan riesgosa.
La caída de agua y nieve en la montaña complicó el ascenso ese día y, el martes 6 de mayo de 2003, con mejores condiciones climáticas, partieron dos grupos en búsqueda de los cadáveres. Los dos helicópteros trasladaron a gendarmes y policías a la cima más cercana para luego descender hasta el lugar del siniestro; otro contingente viajó en un camión Unimog llevando sogas y otros equipos.
Las aves carroñeras sobrevolaban una de las laderas de la Quebrada Los Arroyitos, el sitio donde estaba el Daihatsu convertido en chatarra y sin el techo, producto de los destrozos. Adentro del vehículo, apoyado sobre el volante, permanecía sin vida Raúl Alcázar. A 200 metros de allí encontraron el cuerpo de Hintermeister, boca abajo, con múltiples fracturas que se reconocían a la vista y con un puño de sus manos bien cerrado. Los dos estaban casi congelados.
image.png

Un oficial de Policía de civil y un gendarme toman nota de la escena de cómo encontraron uno de los cuerpos. Foto de Rodolfo Barrios de Diario de Cuyo.
Así culminaba esa travesía que desafió al atrapante paisaje, pero también peligroso, de las Sierras del Tontal. La hipótesis de la Policía fue que el conductor iba a gran velocidad y que en una maniobra se desvió demasiado hacia su derecha hasta que cayó por la ladera. Las huellas revelaron que no lo pudo detener, entonces el vehículo descendió estrepitosamente de frente por un tramo de 500 metros hasta que golpeó contra una roca y ahí empezó a dar tumbos. Se supone que Guillermo Hintermeister fue despedido de la cabina en esos segundos, mientras que el Daihatsu continuó dando vueltas hasta que se detuvo. Raúl Alcázar no sobrevivió a los golpes.
Desde aquella tragedia del 3 de mayo de 2003, nunca más se escuchó de un evento de estas características en el cordón montañoso de Calingasta. El torneo “Trofeo Amateur Todo Terreno” tampoco volvió a realizarse, al menos, no con ese nombre.