A los 81 años, murió Fernando de la Rúa. El ex presidente estaba internado en grave estado en la clínica Fleming desde el 28 de enero. En las últimas horas su estado había empeorado a raíz de una descompensación cardíaca y renal.
La noticia fue confirmada por el presidente Mauricio Macri. “Lamento el fallecimiento del ex presidente Fernando de la Rúa. Su trayectoria democrática merece el reconocimiento de todos los argentinos. Acompañamos a su familia en este momento”, aseguró.
El ex mandatario había sido hospitalizado el 1° de enero en Pilar por un problema cardiovascular. Luego de ser sometido a una intervención quirúrgica, donde le colocaron tres stents, estuvo varios días en terapia intensiva. Y durante la internación, también se le realizó una traqueotomía para desvincularlo de la asistencia ventilatoria mecánica.
El ex jefe de Estado ya había tenido varios problemas coronarios. Durante su presidencia, en junio de 2001, fue sometido a una angioplastia.
Luego, en 2010 y 2014, fue intervenido por temas similares, mientras que en enero de 2016 pasó por el quirófano por un problema en la vejiga.
Su última aparición pública se dio en el marco de la cumbre del G20 que se realizó en noviembre pasado en la ciudad de Buenos Aires. El ex presidente participó de la gala que se llevó a cabo en el Teatro Colón.
De la Rúa fue presidente de la Argentina entre 1999 y 2001, cuando debió dejar su cargo inmerso en la peor crisis económica de la historia del país. El 19 de diciembre, el ex jefe de Estado declaró el estado de sitio y al otro día renunció a la presidencia, yéndose de la Casa Rosada en helicóptero, una imagen que quedará en la memoria de los argentinos para siempre.
El ex mandatario dijo que tenía conciencia del “sufrimiento de la gente” y que sabía distinguir entre “los necesitados y los delincuentes”. “La mayoría sabe que con violencia e ilegalidad no se sale de los problemas. Los problemas hay que afrontarlos y eso estamos haciendo”, sentenció.
Minutos después de que se transmitiera el mensaje presidencial, los ciudadanos salieron espontáneamente a la calle a protestar con cacerolas y miles de personas llegaron a la Plaza de Mayo. Allí se desataron dos días de violencia y locura que terminaron con 39 muertos.
El 21 de diciembre, en su último acto de Gobierno, De la Rúa levantó el estadio de sitio. El Congreso de la Nación nombró como presidente provisional al titular del Senado, el peronista Ramón Puerta. Se abrió una grieta institucional en el país. A Puerta lo sucedieron Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde. Este último fue el que logró pacificar el país e instrumentar la transición hasta el 25 de mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner.
En su carta de renuncia a Ramón Puerta, De la Rúa afirmó: “Mi mensaje de hoy para asegurar la gobernabilidad y constituir un Gobierno de unidad fue rechazado por líderes parlamentarios. Confío que mi decisión contribuirá a la paz social y a la continuidad institucional de la República. Pido por eso al honorable Congreso que tenga a bien aceptarla”.
Antes de llegar a la presidencia, el abogado había sido el primer jefe de Gobierno porteño, tres veces senador, una vez diputado y candidato a vicepresidente en 1973.
Su primera senaduría fue en 1973, cargo en el que estuvo hasta el golpe de Estado de 1976, cuando se retiró de la política para ejercer la abogacía representando a Bunge&Born. Con el retorno de la democracia, en 1983, le disputó la elección interna de la UCR a Raúl Alfonsín por la presidencia, perdiendo en manos de quien luego sería presidente hasta 1989.
A pesar de esto, en 1983 fue candidato a senador por la ciudad de Buenos Aires y venció a Carlos Ruckauf, postulante del peronismo. Durante esos años, votó en contra de la ley del divorcio. En 1989 consigue renovar su banca pero en 1991 es candidato a diputado nacional, llegando así a la presidente del bloque del radicalismo en la Cámara baja. Rápidamente, en 1993, De la Rúa vuelve al Senado, tras imponerse en territorio porteño con más de 50% de los votos.
En 1994 se reforma la Constitución Nacional y allí se estableció que la ciudad de Buenos Aires pase a ser un territorio autónomo. Antes, el intendente lo elegía el presidente de turno pero con esta reforma se implementaría lo que hoy se conoce como jefe de Gobierno. En 1996, De la Rúa se postula para el cargo por la UCR y es electo con el 40% de los votos frente a Norberto Luis La Porta, del Frepaso, y Jorge Domínguez, peronista que era el intendente.
A partir de allí la carrera política del dirigente iría en ascenso. Cuando en 1997 se forma la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, coloquialmente conocida como La Alianza -la formaban varios partido políticos, aunque los más grandes eran la UCR y el Frepaso-, De la Rúa se ubica como el principal candidato a presidente para derrotar al peronismo en 1999. Acorde a lo establecido por la coalición, el postulante se definiría a través de una interna en todo el país. Fue así que en 1998, el entonces jefe de Gobierno compite con Graciela Ferndández Meijide -candidato del Frepaso- y se impone con el 62% de los votos, convirtiéndose así en candidato a presidente.
En las elecciones de octubre de 1999, en fórmula con Carlos “Chacho” Álvarez, De la Rúa obtuvo el 48,5% de los votos y consiguió una cómoda victoria frente a Eduardo Duhalde y Ramón Ortega, que se alzaron con el 38,09% de los sufragios. En tercer lugar quedó Domingo Cavallo con el 10,09%.
Una vez en el poder, lanzó un plan de ajuste feroz en el Estado y subió los impuestos a las clases medias y altas. El objetivo era controlar el gasto público y bajar las tasas de interés y para ello hubo un recorte de sueldo de entre el 8% y 20% a los empleados públicos, fuerzas de seguridad y empleados judiciales. También hubo despidos masivos y recortes de presupuesto en varias áreas.
En el 2000, el gobierno de De la Rúa debió acudir al Fondo Monetario Internacional y el entonces ministro de Economía, José Luis Machinea, negoció lo que se conoció como el blindaje, que fue presentado como un paquete de salvataje de 40 mil millones de dólares. Antes, en octubre, había renunciado el vicepresidente Álvarez, lo que agravó la situación política.
En el 2001 la crisis económica se deterioró, se disparó el riesgo país y los depósitos bancarios bajaron exponencialmente. La confianza de la gente y del mundo en las finanzas argentinas y en la presidencia estaba perdida. La reacción del Gobierno fue convocar a Domingo Cavallo al Ministerio de Economía, quien anunció más recortes a los jubilados y empleados estatales y emitió deuda por tres mil millones.
En noviembre, se inicia la reestructuración de deuda conocida como Megacanje, pero la desconfianza y la falta de inversiones golpeaban fuerte al gobierno. La gente comenzó a retirar la plata del banco y para frenar esto Cavallo anunció el “corralito”. A partir del 1 de diciembre, solo se permitía retirar 250 pesos en efectivo por semana y se prohibía enviar dinero al exterior, entre otras medidas.
Ante esto, el FMI endureció su posición y no envió los 1260 millones de dólares que debía prestar en el marco del “Blindaje”. El argumento fue que Argentina no había alcanzado el déficit cero, tal como había prometido Domingo Cavallo. Así, el país entró en cesación de pagos y precipitó la caída del gobierno.
Fuente: apoliticasj.com