Un brindis íntimo, el sábado pasado; a más de 2.500 kilómetros de San Juan, reunió a una familia sanjuanina alrededor de la mesa. La excusa que convocó a los 4 hijos adultos a la casa junto a sus padres en Curitiba, al sur de Brasil, fue descorchar un vino. No uno cualquiera, sino el que fue hecho por la empresa familiar, que además de tener una sorprendente conexión con San Juan logró cerrar el círculo de una historia aún más fascinante.
Descorcharon un Blend que lleva por nombre Angaco, en recuerdo de la finca que los antepasados de los Costantini tuvieron en el departamento sanjuanino, en la ladera del Pie de Palo. Pero hay un dato que hace único a ese vino: las uvas con que se elaboró provienen de plantines sanjuaninos llevados y cultivados en Brasil.
El viñedo creció en Porto Amazonas, a 80 kilómetros de la casa familiar, en la finca que compró el médico cardiólogo sanjuanino, Costantino Roberto Costantini; junto a su esposa Isela Ortiz. Quizá para dejar de añorar tanto la querida finca angaquera donde paseó largas caminatas de la mano de su padre en la niñez, y jugo a la pelota en la adolescencia.
Ahora en el pueblo brasilero está el terroir que da nacimiento a esta crónica y al vino con raíces sanjuaninas donde los Costantini están honrando el legado familiar.
De Génova a Angaco
La historia familiar además de bonita, parece una novela. Y se cuenta al detalle para entender los porqués de la producción vitivinícola actual. Se remonta a 1896 cuando un noble italiano llamado Costantino Francesco Costantini, perdidamente enamorado; se “robó” a su novia María, de 14 años y de condición humilde. Se subieron a un barco en el puerto de Génova rumbo a una desconocida y prometedora Argentina, como cientos de inmigrantes en el siglo pasado.
Vinieron sin posesiones, con una mano atrás y otra adelante. Y en la familia aseguran que aquellos años, cuanto menos tenían los viajeros, más lejos eran llevados al llegar al país. Por eso el tren los dejó en San Juan. Aquí tuvieron 7 hijos y se dedicaron a la vitivinicultura, entre otras cosas.
La saga sigue con la lucha de uno de sus hijos, Costantino Francisco; que nació en 1906 y tras ser peón de finca y mecánico en un taller Ford, con sus ahorros compró un lote rural en Angaco. Llamó a la finca “La Esperanza” y junto a su esposa Angélica Frack; puso empeño a los viñedos hasta viejo, pero ya cansado de pelear con tantas granizadas y sequías.
Su único hijo varón, Costantino Roberto, el protagonista del inicio de esta crónica, al principio miró a otro lado y emprendió medicina en Córdoba. Viajó, se enamoró y casó con otra sanjuanina, Isela; y se establecieron en los ’70 en Curitiba.
Diez años después compró la finca en Porto Amazonas donde comenzó a producir manzanas y ciruelas. Para entonces ya habían nacido sus cuatro hijos, entre ellos Isela Costantini, la reconocida y exitosa empresaria que hace poco dio conferencias en San Juan. También están Tino, Alejandro y Julián, el más chico, que como Isela, eligió vivir en Argentina y es traumatólogo en el hospital Italiano de Buenos Aires.
En el año 2000, en una de sus frecuentes visitas a la provincia, con su cuñado -el médico y expolítico Salvador Lo Cascio– Costantino Roberto conoció al enólogo Raúl Menegazzo, y el bichito de la vitivinicultura resurgió. Fue entonces cuando se llevó de San Juan plantines de Syrah, Tannat, Cabernet, Malbec y Bonarda, que se desarrollaron sorpresivamente bien en un clima subtropical con mucha humedad.
Para el 2013 empezó a producir los primeros vinos para consumo propio en la bodega de unos conocidos en Brasil, y con los años dio origen a la Bodega Costantini, con Menegazzo como enolólogo principal. El establecimiento propio promete erigirse para la vendimia del 2026, aseguró su hijo Alejandro, que ha tomado la batuta de la empresa como director.
Así, a sus 79 años; Costantino Roberto logró finalmente reconstruir el hilo familiar. Este 2024 su producción de uvas alcanzó para 7.000 botellas de vinos premium que se lanzarán oficialmente en Brasil a fines de noviembre. La viña brasilera con uvas sanjuaninas se puede recorrer en el siguiente video:
Embed – Vinícola Costantino
La línea se llama “Angaco” y tiene dos cortes: Angaco Enigma y Don Costantino. No es todo: habrá además una partida de sidra de manzana, que por supuesto también tiene conexión sanjuanina.
Sidra con receta sanjuanina
En una de sus frecuentes visitas a esta provincia, la familia Costantini viajó a Barreal. Allí Roberto quedó fascinado del sabor único de la famosa sidra Les Cordelliers elaborada con el método champegnoise. No cesó hasta conseguir la receta.
Aprovechando su plantación de manzanas en Brasil replicó la elaboración y nació “Angélica Frack”. “Es un homenaje para mi abuela, la mamá de mi papá; cordobesa de nacimiento y sanjuanina de corazón”, contó Alejandro. Es la única sidra con método champegnoise de Brasil, aseguró. “Un orgullo muy grande, porque es un método muy difícil”.
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La historia familiar, a la botella
Esta bonita historia familiar será ampliamente conocida en el lanzamiento vitivinícola. La botella del “Angaco Enigma” -uno de los Blend premium- lleva un rótulo a 360 grados que cuenta la saga. La misma que se podrá recorrer en tres videos que van a estar colgados en la página web de la bodega Costantini.
“Los vinos son frutados, sin barrica, siguiendo la tendencia mundial de sacarle la madera al vino para aquellos consumidores que les gusta sentir el gusto de la uva”, dijo Alejandro Costantini. “Los vinos son frutados, sin barrica, siguiendo la tendencia mundial de sacarle la madera al vino para aquellos consumidores que les gusta sentir el gusto de la uva”, dijo Alejandro Costantini.
El vino “Angaco Enigma” es un Blend de cinco uvas que ganó una mención en octubre pasado en la Cata de Vinos de San Juan. Tuvo un puntaje muy alto, pero al ser un vino extranjero y sin un representante de la OIV en el concurso provincial no pudo ser acreedor al Gran oro que se merecía, según contó el empresario.
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El segundo corte se llama “Angaco Don Costantino”, un Blend de tres uvas que es un homenaje a la historia del abuelo Francisco.
La empresa tiene una producción chica, de cuatro hectáreas de viñedos y en este relacionamiento con el establecimiento amigo donde se elabora momentáneamente, la familia Costantini se quedará con 7.000 botellas de vinos y 2.300 de sidra.
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La venta de este selecto lote por el momento será en Brasil. Alejandro contó que la familia aun no definió la política de precios, pero al igual que los vinos premium brasileros, el rango de venta al público no será inferior a los 40 a 70 dólares.
La tradición familiar de los sanjuaninos fue un sueño que acaba de ser realidad, a 128 años del inicio de esta historia vitivinícola.