El plan económico entra en clave electoral y advierten por la sostenibilidad del esquema cambiario


El gobierno nacional comenzó a barajar sus cartas nuevamente, en un intento por dar mayor solidez al programa económico que comenzó a transitar una nueva etapa: la de transitar un sendero atravesado por las claves de la contienda electoral.

Así, ya es posible identificar al menos 4 etapas desde el comienzo de la administración de Javier Milei y Luis Caputo. La primera (desde la asunción hasta mediados de 2024) marcada por la depresión económica y la reducción de déficit fiscal; la segunda donde se combinaron el blanqueo y la consolidación del superávit; una tercera etapa (el primer trimestre de 2025) donde comenzaron a verse muestras explícitas de agotamiento y aumento la turbulencia; y una cuarta etapa que acaba de iniciar y que está marcada por los condicionamientos políticos y electorales.

Sobre el diagnóstico de una economía “en clave electoral” y los riesgos que aún se mantienen desplegó su análisis el economista y director de la consultora Invecq, Esteban Domecq, ante inversores cordobeses y convocado por la firma S&C.

Para el analista, estamos ante un programa que muestra un éxito muy notable para detener el proceso de espiralización en el que estaba la inflación hace un año atrás. Y que, además, tiene otro gran logro como es el de una fuerte corrección fiscal, sin haberse generado una crisis, política y social. Con todo, aún se percibe una economía que arrastra problemas, distorsiones y desequilibrios.

Para Domecq hay numerosos “condicionantes” para el éxito del programa: “Hay una herencia que sigue vive porque Argentina sigue sin crecer desde el 2011, tiene caída del PBI per cápita de 15 puntos, pobreza encima del 30%, no hay reservas en el Banco central. Gran parte de esa herencia va a seguir viva un tiempo más, es un proceso largo, el programa de saneamiento sigue inconcluso y va a demandar más tiempo”.

Otro condicionante importante a tener en cuenta es el contexto internacional: es un contexto de conflicto y de crisis que no trae buenas noticias para los países emergentes como Argentina. Básicamente porque hubo medidas muy disruptivas para resetear el escenario financiero y económico global, una economía norteamericana y una mundial que se enfría y con mucha incertidumbre sobre a dónde queda la estrategia tarifaria de Trump. Esto empuja para que la dinámica de los principales socios comerciales de Argentina no sea buena y muestran muchos signos de afectación, a lo que se suma los malos precios de los commodites.

Y luego aparece otro condicionante para el programa económico: el contexto político y electoral. Y es que aún en un escenario en que el oficialismo y los partidos aliados tiene una buena performance y suman senadores y diputados, seguirán lejos de contar con un quórum propio.

“Es una elección muy compleja donde se juegan las señales que se pueden dar desde la política y acá veo dos cosas: el riesgo de reversibilidad en materia de las políticas del gobierno de Milei, el impacto en la gobernabilidad y la ratificación o no del mandato social en las urnas. Algo que, para los inversores, sobre todo de afuera, es algo vital para avanzar en este proyecto. Habrá que ver el impacto en los mercados de los resultados. Es una elección muy importante en términos de ratificación del rumbo del proyecto de gobierno”, remarca Domecq.

Clave electoral

En ese contexto, aparece como prioritario entender que es clave para el desempeño electoral del oficialismo sostener el proceso de desinflación, el elemento que concentra la mayor parte del capital político del gobierno. Y en paralelo, que el proceso de recuperación no se aborte. Así, la toma de decisiones de política económica quedará muy condicionada por el mandato político y la obligatoriedad del oficialismo de ratificar el proyecto político en las urnas.

Las dudas del programa

Yendo a la sustentabilidad del programa económico Domecq apunta que hoy el tipo de cambio oficial está en los mismos niveles que noviembre de 2023, lo que empieza a generar algo de ruido.

Esto se combina con un contexto de apertura económica, con muchos sectores y productos sensibles a esa apertura.

“Hay una Argentina que para este tipo de cambio quedó muy cara, sobre todo en muchos precios de bienes y servicios transables. Y eso afecta la sostenibilidad de las cuentas externas y pone en jaque la dinámica del sector externo y de las reservas del Banco Central. Las reservas en lo que va del año volvieron a mostrar una sangría muy importante. Cuando la economía empieza a activar y se reactivan importaciones esas cuentas se hacen muy negativas, incluso con la liquidación de la cosecha gruesa. Se iba a un esquema agotado, con cuentas externas negativas. Ese drenaje o hemorragia financiera se aceleró en los últimos meses”.

Es en ese punto que se concretó el acuerdo con el FMI y los desembolsos de la entidad más otros organismos que inyectaron US$23.000 millones al Central.

Para Domecq, la estrategia del gobierno es que el tipo de cambio se mantenga en la zona de los US$1100 a US$1200. Aplicó una recalibración del esquema cambiario porque se abandonó el crawling, pero con una corrección real minimizada o sin corrección real. Allí es donde se concentran las dudas sobre la sostenibilidad de las cuentas externas.

“La pregunta a hacer es ¿cómo se sale de un programa que pierde dólares y reservas a uno que acumula dólares? En la primera semana de los cambios se logró detener la pérdida de reservas, pero todavía no logró ponerse del lado comprador y acumulador de dólares. Y dudo que se pueda poner en estos próximos meses. Incluso con ingreso de dólares de la cosecha gruesa. Mi hipótesis es que esta es una estrategia de tránsito electoral donde se cerró la hemorragia y se ponen dólares de respaldo para recorrer los próximos 6 meses, pero evito una corrección real que implica un costo político para llegar a las urnas”, aseveró el economista.

En concreto, hubo recalibración sin corrección real. Y la falta de una corrección real es lo que va a dificultar comenzar a acumular dólares.

“Ahí está el dilema, lo que necesita la economía versus lo que necesita la política. La política necesita ganar las elecciones y para eso necesitas llegar a octubre con la inflación más baja posible. Esto implica riesgos y deja abiertas algunas vulnerabilidades. La etapa actual termina después de las elecciones. Hasta ese día la prioridad es mantener baja la inflación. Después se invierten las prioridades y debería ser prioridad la acumulación de reservas y con un tipo de cambio más alto, pero más ruido con la inflación. Hoy manda la necesidad política”, subrayó el titular de Invecq.

Dolarización de carteras

Las experiencias previas de procesos electorales muestras que siempre hubo una dolarización de portfolio de inversores, empresas y familias. A un ritmo de US$800 millones al mes, se podrían perder US$5000 millones del Central, complicando la meta de acumulación de reservas. “Por todas estas presiones de las cuentas externas decimos que estamos lejos todavía de un esquema que luzca sostenible en el mediano y largo plazo. Hay que ver cómo el mercado asimila esa presión”, dice Domecq.

Así viene la economía real

Para el 2025 desde Invecq proyectan una recuperación del 4,5%. Con un mercado financiero duplicando, patentamientos de autos duplicando, real estate muy bien. Y sectores como industria y construcción pública con recuperación anémica. Así, la economía dibujó una falsa V corta porque hay un bloque de sectores que se recuperaron (los vinculados al mercado externo), pero otros cayendo (los del mercado doméstico). Hay sectores que siguen atrasados, pero no habría crisis sistémica. “En el mercado laboral no hay recuperación, pero tampoco destrucción de empleo. La heterogeneidad sectorial, también es laboral. La clave para la recuperación de la economía doméstica es la recomposición de los salarios”, marca la consultora.

ULTIMAS NOTICIAS