La desaparición de un joven desde la madrugada, un supuesto llamado extorsivo pidiendo dinero y un extraño mensaje invitando a una fiesta de sexo y droga, encendió las alarmas en la Policía ayer domingo. En principio sospecharon que tenían al muchacho retenido por la fuerza, pero en el medio surgió el dato de un domicilio en Rivadavia y dos chicas trans, que terminaron presas. Pero lo que temían que podía ser un secuestro, resultó ser la jugarreta o el intento de sacar dinero a costilla de un muchacho que andaba enfiestado y se había perdido de su casa.
La historia fue enredada, pero lo cierto es que hubo revuelo policial y judicial y finalmente el supuesto secuestrado, de 23 años y cuyas iniciales son E.P., apareció sano y salvo. A eso de las 21 del domingo regresó a su casa en Santa Lucía, todo demacrado y sin su celular, comentaron fuentes judiciales. A todo eso, todavía permanecen detenidas las dos chicas trans, de apellidos Alaniz y Bustos, de 24 años, por el presunto delito de extorsión, confirmaron fuentes judiciales.
Esto comenzó el domingo pasado el mediodía como una búsqueda de persona y por eso intervinieron los fiscales Alejandro Mattar e Ignacio Achem, de la UFI Genérica. Es que la madre del joven de 23 años se presentó en la Policía y denunció la desaparición del muchacho. La última vez que lo vieron fue cuando se marchó de un cumpleaños en Alto de Sierra a las 4 de la mañana y de ahí le perdieron el rastro.
El joven desapareció pasadas las 4 de la mañana del domingo después de que se marchó de un cumpleaños en Alto de Sierra, Santa Lucía.
Una alta fuente judicial señaló que, al rato, la mamá del joven supuestamente recibió un mensaje a través del cual le pedían 30 mil pesos para volver a ver al hijo. Eso despertó la sospecha de un secuestro. Sin embargo, otro de sus hijos contó que desde la mañana estaba recibiendo mensajes del celular de E.P. y que una persona que se presentaba como transexual lo invitaba a una fiesta con “drogas” a un departamento de calle Villicum, en Rivadavia. En esos mensajes le pedía que fuera, que con a ellas estaba su hermano.
A todo eso, E.P. seguía sin dar señales de vida. Fue así que el padre, el hermano y unos policías fueron a la dirección indicada y encontraron a las chicas trans, de apellido Alaniz y Bustos, que en principio negaron la presencia del joven en ese lugar. Más tarde localizaron a la dueña del inmueble. Esa persona luego ingresó al departamento de las dos mujeres, confirmó que el muchacho no estaba ahí, pero sí su teléfono y lo entregó a las autoridades judiciales.
Aun así, E.P. no aparecía y la intriga crecía. Los fiscales Achem y Mattar insistieron con preguntas a las mujeres trans y finalmente éstas hablaron. Según fuentes judiciales, las chicas contaron que el joven estuvo en la “zona roja” el centro, que él mismo entregó el celular por los servicios sexuales y después se marchó con “Lili”, otra trans de Pocito.
Un funcionario judicial afirmó que la familia recibió un mensaje del celular del joven a través del cual le exigían 30 mil pesos. Por otro lado, un hermano, recibió otros chats en los que lo invitaban a una fiesta con droga.
A esa altura, el juez de garantías Pablo León autorizó las detenciones de Alaniz y Bustos viendo que la situación se complicaba y E.P: no daba señales. En ese departamento también apresaron a un joven de apellido Torres, quien participaba de un encuentro sexual con las mujeres.
El domingo a la tarde noche, mientras el personal de la UFI Genérica y la Policía buscaban en una villa de Pocito a la tal “Lali” para dar con a E.P., recibieron el llamado de su familia. La hermana les comunicó que el joven había llegado a su casa, sano y salvo. Según fuentes judiciales, el muchacho contó que había estado enfiestado y que había perdido el celular.
Funcionarios judiciales aseguraron que el secuestro no existió y por tanto no había privación ilegítima de la libertad, pero podría haberse configurado otro delito. Es que supuestamente hubo mensajes extorsivos, por eso razón las dos chicas trans continuaban detenidas.