No todos los domingos de junio traen desayunos felices, abrazos y sonrisas. Para muchas personas, el Día del Padre no es un motivo de festejo, sino un recordatorio de una ausencia. Y está bien. No estás mal si este día te incomoda, te duele, te enfurece o simplemente no te dice nada.
Porque la figura paterna, cuando falta o cuando hiere, deja marcas profundas. Y hay que poder hablar de eso sin vergüenza, sin culpa y sin necesidad de encajar en el molde de una celebración impuesta. Hoy, más que un homenaje tradicional, te proponemos un espacio de contención emocional y reflexión íntima.
Desde la psicología: dar lugar al dolor también es sanar
La salud emocional no significa estar siempre bien. Significa poder reconocerse en lo que se siente, sin juzgarlo ni esconderlo. Muchas veces, el Día del Padre nos enfrenta a una herida que creemos superada. Pero no hay plazos fijos para sanar, y no todas las ausencias duelen igual.
“Sentir tristeza, bronca, nostalgia o ambivalencia es absolutamente legítimo. La clave no es evitar esas emociones, sino aprender a transitarlas sin castigarnos”, es una de mis reflexiones constantes en el consultorio.
Validar lo que sentís es el primer paso.
- ¿Te duele que no esté? Es normal.
- ¿Te enoja que nunca haya estado? Es entendible.
- ¿Te confunde no saber si lo extrañas o no? También está bien.
Este día puede amplificar todo eso. Por eso, es importante no exigirse estar “a la altura” de una fecha diseñada para quienes sí tienen un papá presente y funcional. Tú puedes vivirlo a tu manera, incluso sin festejar.
Las distintas formas de ausencia que impactan en este día
Las historias familiares no son todas iguales, pero muchas comparten una sensación de vacío difícil de explicar. Identificar de dónde viene ese dolor puede ayudarte a comprenderte mejor:
Padres fallecidos
El duelo nunca desaparece del todo. Aunque hayan pasado años, su ausencia puede doler con la misma fuerza cada vez que llega esta fecha. Recordar lo que fue (o lo que pudo haber sido) moviliza. Extrañar no es debilidad, es amor que sigue vivo.
Padres emocionalmente ausentes
Están, pero no están. Quizá compartieron la casa, la mesa, los días… pero no el corazón. Ese tipo de ausencia, muchas veces invisibilizada, deja una marca difusa pero profunda. El dolor es válido aunque el vínculo haya sido “formalmente correcto”.
Padres que nunca estuvieron
Crecer sin conocer a tu padre puede generar un vacío en tu identidad difícil de llenar. ¿De quién heredé esto? ¿Por qué no estuvo? ¿Qué hubiera sido si…? Las preguntas sin respuesta también duelen. Y merecen cuidado.
Padres distanciados
El tiempo, los conflictos o la distancia física pueden haber roto el lazo. Hoy, el Día del Padre puede recordarte esa fractura. Y con eso, el peso de lo que se perdió, de lo que ya no se puede reparar o de lo que aún duele en silencio.
Personas con historias difíciles
No todos los padres fueron protectores. A veces fueron fuente de trauma, violencia, abandono o negligencia. En esos casos, este día puede ser abiertamente perturbador. El dolor es real, incluso si no hay amor de por medio.
¿Qué puedes hacer para cuidar tu mundo interno en este día?
No existe una receta única, pero sí hay herramientas que pueden ayudarte a transitar este momento con mayor amabilidad hacia vos mismo/a:
- Escribí lo que nunca pudiste decir
Una carta, un mensaje, una nota personal. No importa si nunca la envías. Lo importante es que puedas sacar eso que te aprieta el pecho. La palabra escrita tiene poder liberador.
Encender una vela, armar un pequeño altar, mirar una foto o escuchar una canción significativa. Los rituales, aunque sean simples, ayudan a organizar las emociones y darle forma simbólica al recuerdo o a la ausencia.
- Busca compañía que te contenga
Conversar con alguien que escuche sin juzgar puede aliviar el peso emocional. Ya sea un terapeuta, un amigo o una persona de confianza. No tienes que atravesar esto en soledad.
- Reconoce otras figuras importantes
Tal vez un abuelo, una madre, un maestro o una hermana ocupó ese lugar de cuidado y sostén. Hónralo. El Día del Padre también puede ser una oportunidad para agradecer a quienes sí estuvieron presentes.
- Practica la autocompasión
No eres débil. No estás roto/a. Solo eres humano/a. Y como tal, mereces tratarte con la misma ternura que ofrecerías a alguien querido que está pasando por lo mismo.
Si eres padre y no tuviste un modelo: tu paternidad también merece ser cuidada
Hay muchos hombres que hoy ejercen la paternidad sin haber tenido un padre. Eso también es una forma de coraje. De romper patrones. De apostar a algo nuevo. Ser papá sin haber tenido uno es difícil, sí. Pero también es una oportunidad de crear un vínculo diferente.
No tienes que ser perfecto. Tienes que estar. Escuchar. Aprender. Mostrarte.
Y si necesitas ayuda para hacerlo, pedirla no te hace menos hombre. Te hace más humano.
Cierre: celebrar no es obligatorio, sentir sí
Este Día del Padre puede no ser una fiesta. Pero puede ser un momento de conexión con tu historia, de introspección, de duelo o de liberación. Elegí cómo vivirlo. No hay una sola forma correcta. Solo hay que ser fiel a lo que sentís.
Y si te duele… siéntelo. Nómbralo. Transita ese dolor con respeto. Porque tu historia merece ser reconocida, incluso en su ausencia.
¿Necesitas ayuda?
Si este día despierta más dolor del que esperabas, no lo minimices. Pedí ayuda. Hablar con un/a terapeuta puede ser un acto de amor propio. Porque sanar no es olvidar, es aprender a vivir con lo que pasó.
Escrito por Carlos Fernández Coach y psicólogo.
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