Cierre de año: una oportunidad clave para reflexionar


En un contexto cargado de desafíos económicos y sociales, las empresas y emprendedores deben adoptar un enfoque estratégico que combine introspección, gratitud y planificación para encarar el 2025 con fuerza y resiliencia. El cierre del año es un momento propicio para revisar las estrategias implementadas y para preguntarnos qué logramos y qué es lo que no funcionó. Es muy habitual, cuando las cosas van mal, que nos cuestionemos profundamente las razones detrás del fracaso. Sin embargo, es igualmente importante hacer lo mismo cuando tuvimos éxito. Reflexionar sobre las claves de nuestros logros nos permite, precisamente, fortalecer lo que funcionó y replicar esas prácticas en el futuro.

Reflexionar sobre logros y aprendizajes 

El primer paso hacia un cierre de año exitoso es, como decimos los futboleros, “parar la pelota” y hacer un balance de lo alcanzado. Más allá de los indicadores financieros, es fundamental valorar los avances en capital humano, aprendizaje, innovación y adaptación a los cambios. Las empresas argentinas demostraron una capacidad admirable para adaptarse a la volatilidad, un aprendizaje que merece ser reconocido y capitalizado. 

Al mismo tiempo, reconocer los errores es esencial. En ese sentido, recomendamos aplicar lo que se conoce como “cultura justa”, un concepto que se refiere a un enfoque organizacional que promueve la comprensión y el aprendizaje a partir de errores y eventos adversos, en lugar de castigar a las personas por cometer errores.

Esa cultura se basa en varios principios clave de aprendizaje y mejora continua de procesos y sistemas, haciendo foco en la transparencia y seguridad psicológica para crear un ambiente donde las personas se sientan seguros para brindar sus ideas sobre los errores cometidos sin miedo a represalias.

Una evaluación honesta de las fallas, junto con un análisis de su impacto, puede transformarlas en puntos de mejora para el próximo año. Herramientas como el análisis FODA  o la estrella de mar (seguir haciendo, hacer más, hacer menos, dejar de hacer, empezar a hacer), pueden ser útiles para identificar áreas críticas y trazar estrategias claras. 

Reconocer los logros y los esfuerzos

Se suele decir que lo más importante de las organizaciones es el talento humano, para que esto no sea solo un dicho, es vital reconocer el esfuerzo de las personas y equipos. Desarrollar una cultura celebratoria y de reconocimiento es una parte integral de este momento de balance. Reconocer los logros, tanto grandes como pequeños, es vital para mantener la motivación y el compromiso del equipo. Celebrar las victorias no solo refuerza el sentido de pertenencia, sino que también permite a los colaboradores sentir que su trabajo tiene un impacto y agrega valor.

En un año repleto de desafíos, tomarse un tiempo para encontrarse a festejar puede ser un gran impulso para la motivación del equipo. Gestos simples como un evento de cierre de año, mensajes personalizados o incluso un regalo especial pueden tener un impacto positivo en la moral del equipo. En un país donde la incertidumbre económica afecta tanto a empresas como a personas, este tipo de acciones refuerza el sentido de pertenencia y confianza.

La Importancia de la reflexión colectiva

La reflexión no debe ser un proceso aislado. Involucrar a todo el equipo en estas conversaciones es fundamental. Hacerlo permite que se compartan diferentes perspectivas y se generen ideas innovadoras. Desarrollar una cultura colaborativa en la evaluación del desempeño de la organización, crea un sentido de apropiación sobre los resultados y ayuda a identificar áreas de mejora que quizás no son evidentes para todos.

Se trata de una práctica compartida para repensar las estrategias utilizadas durante el año. No se trata solo de identificar lo que no funcionó, sino de entender por qué y cómo se pueden hacer cambios significativos. Volviendo a la metáfora futbolera, se trata de encerrarnos en el vestuario para conversar abiertamente sobre lo que fue el año. Este proceso de revisión debe ser visto como una oportunidad para evolucionar y adaptarse a un entorno cambiante.

Planificando el futuro

El 2025 será un año de desafíos, pero también de oportunidades para las empresas. Por ello, es esencial abordar la planificación con objetivos claros y herramientas eficaces. La metodología OKR (Objetivos y Resultados Clave) puede ser una excelente opción para alinear los esfuerzos del equipo hacia metas comunes, asegurando que cada acción tenga un impacto tangible. 

Además, la planificación debe considerar el contexto macroeconómico, que en Argentina siempre plantea desafíos únicos. Incorporar escenarios flexibles, presupuestos ajustables y estrategias de contingencia puede ser la diferencia entre navegar con éxito o perder rumbo. 

La evaluación nos sirve para encarar el futuro con claridad. Es necesario establecer metas realistas y alcanzables, para prepararnos mejor para los desafíos que vendrán. Al tener un entendimiento claro de lo que se debe mejorar y lo que se debe continuar, las empresas y los equipos de trabajo pueden trazar un camino más efectivo hacia el éxito.

En conclusión, el fin de año es un momento crítico para que las empresas y organizaciones se detengan, evalúen y reflexionen. Es una gran oportunidad de reconocer logros, reconsiderar estrategias y preparar el camino para el futuro. Al dedicar tiempo a este proceso, no solo mejoramos como organización, sino que también fortalecemos la cohesión y el compromiso del equipo.

Este es el momento de reunirse y tener esas conversaciones significativas y con propósito que nos prepararán para encarar un nuevo año lleno de posibilidades. Sino, parafraseando a Albert Einstein, no esperemos tener resultados distintos haciendo siempre lo mismo.

* Diego Quindimil, Profesor de la UTDT, consultor de RRHH, director de Contenido Humano (@contenidohumano).

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