La jueza correccional Ana Carolina Parra procesó a un papá que castigó cruelmente a su hijo de 10 años, a quien provocó heridas en la espalda producto de los golpes. No quedará preso, pero lo excluyeron del hogar y no podrá acercarse a la familia por violento.
Por no ir a misa. Simplemente por eso, un hombre castigó de una manera cruel a su hijo de 10 años pegándole con un rebenque hasta dejarle la espalda ensangrentada. Tan brutal fue la agresión que toda la familia denunció al hombre, que ahora fue procesado, excluido del hogar y tiene prohibición de acercarse a 500 metros a la redonda del niño y sus allegados.
El caso conmovió a muchos. Las fotos que tomaron para registrar las heridas eran por demás crudas y elocuentes. Fuentes de la investigación señalaron que el niño tenía al menos 6 grandes marcas que atravesaban a todo lo largo y lo ancho de la espalda, en parte del cuello y en un brazo. Eran prácticamente surcos, que llegaron a sangrar, describieron.
El niño apenas tiene 10 años y es el único hijo de este sujeto cuyas iniciales son L.V. –no se difunde su identidad para preservar a la víctima-, de más de 65 años que vive en Albardón. Al parecer, no era la primera vez que lo golpeaba. Su hermano mayor, de 21 años e hijo de la primera pareja de la madre, relató que sabía que “este viejo loco” le pegaba siempre. Sin embargo, en esta ocasión el sujeto fue demasiado lejos. Y todo porque el pequeño no quiso ir a la Iglesia. El domingo 4 de marzo último en horas de la tarde, su mamá le dijo que fuese con ella a misa, pero como él no tenía ganas se quedó con su hermano mayor a ver televisión.
Algo tan normal e irrelevante para la gran mayoría; por el contrario, desató la bronca sin sentido del papá, que llegó a la casa a eso de las 20 y se enfureció al ver niño frente al televisor. “¡Qué haces acá!”, gritó el hombre, según relató el hermano mayor de la víctima. Y después llegó lo peor. El sujeto tomó del cabello al chico, le pegó una patada y con un rebenque empezó pegarle una y otra vez en la espalda, el cuello y los brazos. Por si fuera poco, el golpeador sacó a la calle al niño y lo correteó para que fuese a la Iglesia. Lo siguió en la moto.
El chico llegó lagrimeando a la Iglesia Evangélica y ahí se encontró con su madre. El hombre luego volvió a la casa. Cuando terminó la ceremonia religiosa, el chico contó a su madre lo sucedido y le mostró las heridas sangrantes en su cuerpo. El pastor y otros miembros de la Iglesia tomaron conocimiento de la situación y acompañaron a la familia a denunciar la feroz golpiza en la Seccional 18va. Así fue que tomó intervención la jueza Ana Carolina Parra, del Segundo Juzgado Correccional, que ordenó detener al sujeto. Estuvo preso más de un mes y medio.
Las heridas fueron constatadas por el médico legista. El niño también declaró en Cámara Gesell. Por su lado, el agresor no se dio por aludido, dijo no recordar el hecho y minimizó lo sucedido. A la vez refirió sentir culpa y arrepentimiento por lo ocurrido con el niño, aunque no fue muy demostrativo. El psicólogo que lo entrevistó reveló que el hombre es peligroso y reacciona de manera violenta.
La jueza Parra puso énfasis en las fotos tomadas al cuerpo del niño, que figuran como prueba. “La imagen es representativa de la crueldad con que el propio progenitor se dirigió hacia su hijo y cuantifica, por decirlo de algún modo, la ira que descargó en la víctima únicamente por no haber cumplido con sus designios. Resulta además totalmente contradictorio que el castigo por no haber concurrido a misa, lugar donde se ve supuestamente patentizada la espiritualidad de las personas, sea tan despiadado y desnaturalizado”.
Si bien no pudo disponer la prisión preventiva, por la característica del delito y porque no tenía antecedentes penales, la magistrada dictó el procesamiento de este hombre por el delito de lesiones leves, agravadas por el vínculo. Además le ordenó la exclusión del hogar y la prohibición de acercarse a 500 metros a la redonda.
Fuente: Tiempo de San Juan